martes, 19 de julio de 2011

Rol, parte XXXVI (por Leti)

- Tic, tic, tic… tic, tic tic
Como cada mañana, escuchó el sonido insoportable del pequeño despertador que le había regalado su marido hacía años y que tenía encima de la mesita de noche, si es que eso se podía llamar mesita. Lo apagó dándole en el botón exacto pero tras unos tanteos previos, ya que la habitación estaba a oscuras. Se separó su cabello y lo peinó con ambas manos en la medida en que pudo antes de quitar la fina sábana que recubría su cuerpo y sentarse en su pequeña cama. Una cama al principio incómoda y extraña pero de la que estaba acostumbrada tras largos meses en los que había dormido allí.
No le gustaba su habitación, pero no podía quejarse, habían otros que estaban peor que ella, que tenían que dormir en habitaciones compartidas por unas 5 personas. Sonrió. No podía evitar pensar en el hecho de la suerte que tenía, sí, ella estaba viva y mucha gente no.
A estas alturas, la convivencia se había vuelto tediosa. Cada vez aguantaba menos entablar una conversación con cualquier persona de la nave, con cualquiera, incluso con el capitán o con los oficiales que eran amigos suyos. Y era más que razonable que se sintiera así, eran 50 personas abordo. Habían tenido mucha suerte, mucha. Suerte mezclada con la planificación sobre la marcha y la que ya estaba preparada desde hacía años.
Se colocó sus zapatos y se incorporó de su cama. Cogió su reloj de pulsera de la mesita y, mientras se lo colocaba, dio unos pasos hacía el aseo de su camarote. Se miró al espejo. Su cara, antaño más alegre y vivaracha, ahora lucía pálida y con incipientes ojeras. La situación era muy cómica, de hecho no le importaba mucho aquel cambio, todo era por un bien mayor. Después de peinarse y asearse, entre otras muchas cosas, salió del aseo y recogió sus notas junto con su ordenador. Después se terminó de vestir y, justo cuando ya casi se disponía a salir, alguien tocó la puerta de su habitación con cuatro golpes apresurados (toc, toc, toc, toc).
- Señora, el capitán la está esperando en la sala de operaciones- dijo un marinero joven que en cuanto vio que ella contestaba afirmativamente con un gesto de cabeza se marchó con prisa por donde vino.
Salió de su camarote, atravesó varios pasillos con paso lento mientras esquivaba a marineros y oficiales que iban en sentido contrario. En unos minutos, ya había llegado. Se sentó en su sitio y comprobó los parámetros químicos habituales.
- Marisa, hemos comprobado el sonar, y estaba en lo cierto. Estamos a menos de 5 millas del Estrella Polar- le dijo el capitán lleno de júbilo- Nuestro plan sigue su curso. Pero tengo una buena noticia que darle.
- Usted dirá- contestó Marisa condescendiente.
- Han herido a Gamboa, lo hemos recogido.

Mientras tanto, en el Estrella Polar
Julia entró torpemente junto a Ulises en el camarote del capitán y abrió la puerta. Dentro estaba Julián y él.
-Gamboa, ha desaparecido- dijo Julia asustada.
En ese momento llegó Andrea, para saber qué ocurría y buscando a Julia y a Ricardo, ya que Valeria se había hecho daño en la sala de máquinas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario