martes, 24 de mayo de 2011

Rol, parte XI (por Paola)

A la mañana siguiente Ricardo se encontraba en el comedor desayunando junto a la pequeña Valeria mientras la tripulación terminaba de arreglar los desperfectos causados por la tormenta.

—Valeria cariño tómate la leche, si no Salomé no te da otra magdalena.
La niña frunció el ceño pero empezó a beber resignada mientras su padre la miraba con una sonrisa. Entonces algo desvió la atención del capitán, y es que Julia había entrado al comedor. La doctora cogió su desayuno y se sentó en la misma mesa que ellos pero en el otro extremo. Se la veía tremendamente nerviosa, con ojeras, como si no hubiera dormido por algún disgusto. Ricardo dejó a Valeria desayunando y se sentó junto a la doctora.
—Julia, ¿estás bien?
Ella levantó la mirada de su plato e intentó sonreír haciendo ver que no le pasaba nada. En realidad no había dormido en toda la noche, había estado intentando contactar con Philipe y no lo había conseguido. Un mal presentimiento recorría su cuerpo, y es que si el experimento con el acelerador de partículas había fallado de verdad... No quiso pensarlo. El capitán seguía sentado junto a ella, y sintió deseos de contárselo todo. Necesitaba decírselo a alguien y no podía pensar en alguien mejor que él, pero no era el momento. No podía contar nada hasta que no estuviese segura.
En ese momento Valeria se acercó a los dos y saludó a Julia con un beso en la mejilla. La mujer sonrió, esa niña era adorable y estaba cogiéndole mucho cariño.
—Mira el dibujo que he hecho. —dijo la niña. Dejó un papel sobre la mesa y los dos adultos lo miraron. En el dibujo aparecía la propia niña de la mano de una mujer morena vestida con el uniforme del Estrella, su hermana Ainhoa. A su lado estaban un hombre con barba y gorra de capitán sujetando una urna y una mujer con el pelo más claro vestida con una falda y una camisa. Era la doctora Julia, y la niña los había dibujado a todos como si fuesen una familia.
—Anda cariño, vete a vestir que se te hace tarde.
La niña hizo caso a las palabras de su padre y salió del comedor en dirección a su camarote, pero por el pasillo se encontró con alguien.
—¡Burbuja! ¿A que no sabes qué?
—¿Qué? —Le contestó él agachándose a su altura.
—Mi papá y Julia se gustan, y ya sé cómo hacer que estén juntos.
Dicho eso, la niña salió corriendo por el pasillo.


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