miércoles, 11 de mayo de 2011

Rol, parte V (por Paola)

Cuando Valeria y Ainhoa desaparecieron de su vista, Julia se giró para hablar al capitán.
—Tiene usted unas hijas preciosas, Ricardo.
—Yo no tengo nada que ver, todo mérito de mi mujer. —le contestó él mientras daba un sorbo a la bebida que estaba tomando.
—Venga, no sea modesto, con el porte que tiene usted.
Ricardo desvió la mirada un poco azorado. Esa mujer lo ponía nervioso desde que la había visto por primera vez en el muelle, pero ahora con ese vestido que le llegaba hasta las rodillas estaba siendo aún peor. Nadie podría negar que esa mujer era tremendamente atractiva. Volvió a darle otro sorbo nervioso a su bebida recordándose a sí mismo que ella tenía novio, era más joven que él y todo esto era una tontería. En ese momento se escuchó un trueno muy fuerte, y del susto el capitán derramó su bebida... encima del vestido de Julia.
—¡Lo siento! De verdad, lo siento muchísimo, ¡soy un torpe!
La doctora reía divertida mostrando que no le daba importancia al asunto, pero él cogió una servilleta de la mesa y empezó a frotar la mancha de su vestido con fuerza hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Estaba tocando descaradamente las piernas de Julia. Se separó de golpe y volvió a mirarla.
—Perdón.
Los dos compartieron una mirada, y entonces apareció De la Cuadra, que había ido al puente de mando y estaba de vuelta.
—Ricardo, se está desatando una tormenta muy fea.
El capitán se levantó con una disculpa y se fue con De la Cuadra, pero no llegó a ver la cara de preocupación de ella.

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