domingo, 25 de septiembre de 2011

Rol, parte LXIV (por Lidia)

Julia, no me dejes sólo-suplicó Ricardo, que se había tumbado en la camilla haciendo caso a Julia. La doctora Wilson había abierto la puerta del laboratiorio e iba a marcharse.
-Voy a pedirle a alguien que me ayude con la operación-contestó, acercandose a la camilla. Le cogió la mano-. No te preocupes, vuelvo en seguida. Todo va a salir bien-dijo dulcemente, sonriendo.
A Ricardo le costó un mundo soltarle la mano a Júlia. Finalmente, la dejo, con un suspiro. Se tocó donde le dolía y no pudo evitar encogerse sobre si mismo, retorcerse por el dolor. Pero por culpa de su siempre inoportuna torpeza, cayó de la camilla y impactó contra el suelo. Soltó un quejido. Y no fue capaz de levantarse, ni de moverse, a causa de los terribles dolores que le causaba el apéndice.
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Gamboa miró a Andrea. Ella terminó de explicar la situación y cortó. Volvió a esconderse el transmisor en el calcetín, bajo la atenta mirada de su cómplice.
-¿No és un poco incómodo?-se burló Gamboa, irónico.
-Lo que sea necesario por el bien del proyecto-contestó ella, con un deje de ira en su respuesta.
Se produjo un silencio incómodo entre ambos.
-Ricardo me ha dejado. Por Júlia Wilson-suspiró Andrea, feliz por poder sincerarse con alguien.
-¿Por... por Júlia?-se sorpendió Gamboa, un poco dolido. Ahora que no estaba Philippe, creía que alomejor podría tener alguna posibilidad con la Doctora, que siempre había sido su punto debil. Y encontes aparecía, tan increíblemente inoportuno, el atractivo capitán Ricardo Montero.
-Sí. Pero ya estoy tramando una vengaza para esos dos.
-¿Que venganza? Además, la culpa és del Capitán, Júlia no tiene nada que ver-intentó convencerla, preocupado por la doctora Wilson.
-La culpa és tanto de Ricardo, cómo de Júlia-insistió ella.
-Vale, como tu digas. Pero... ¿cual es esa venganza?
-Ya lo verás-sonrió Andrea, enigmática.
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-Júlia, tengo que confesarte algo-dijo Ricardo, mirando a Júlia fijamente a los ojos-. Te quiero.
-Yo también te quiero, Ricardo-contestó ella.
Doctora y Capitán se miraron, dulcemente. Se acercaron lentamente y se besaron. Fue un beso apasionado, que desafió todas la leyes de la gravedad e hizo que los dos flotaran por el cielo.
-¡Ricardo!-gritó Salomé, zarandeandolo.
Ricardo abrió los ojos. Seguía en el suelo, y ante él estaban Salomé y Julia, preparando todo el instrumental para la operación. "Era un sueño" pensó Ricardo.
-¿Como has acabado en el suelo?-preguntó Julia, ayudando a Salomé a llevarlo a la camilla.
-Me he caído-contestó él, mirando sus labios con anhelo.
-Pues vigila, hombre-dijo Salomé cariñosamente.
Salomé y Júlia se prepararon para la operación. Cinco minutos después todo estaba listo para empezar. Las dos se miraron.
-¿Lista, Salomé?
-¡Lista!
-Muy bien... ¡a operar!

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