domingo, 4 de diciembre de 2011

Rol, parte LXXXVI (por Marta)

Salió de la enfermería y vio que él estaba allí. Se acercó para informarle sobre el estado de Ulises y Gamboa, pero De la Cuadra apareció por detrás del capitán muy preocupado.
-¿Qué le pasa a Ulises?-preguntó
-Parece que tiene una amnesia pasajera-respondió Julia-. Por ahora no recuerda nada de los últimos meses, pero no creo que tarde en acordarse de todo.
-¿Y Gamboa?-preguntó esta vez Ricardo
Julia intercambió una mirada con él.
-Está perfectamente.-dijo ella mirando a través de la ventana de la enfermería.
-¿Cómo es posible?-preguntó Julián
Julia se encogió de hombros negando con la cabeza.
-No lo sé, es inexplicable.
‘’Oficial, le necesitamos en cubierta’’ lo llamaron por el walki.
-Ricardo, luego nos vemos-dijo Julián dándole una palmada en el hombro-. Doctora-saludó a ésta antes de alejarse hacia cubierta.
Se miraron a los ojos durante un tiempo que ninguno sabría especificar, una mirada cargada de sentimientos, de cariño, de ternura, de amor. Ricardo se acercó a ella. Julia suspiró y se abrazó a él. Ricardo la rodeó con sus brazos, lo que a ella la hacía sentirse protegida, especial. Cerró los ojos y escondió la cara en el hombro de él. Perdieron el sentido del tiempo mientras se abrazaban. 
-Doctora… Julia, ¿te gustaría cenar hoy conmigo?-preguntó Ricardo mientras se separaban lentamente.
-¿Una cita?-Julia sonrío, haciendo que el corazón del capitán empezase a latir cada vez más rápido.
Él asintió desorientado perdido en su sonrisa.
-A las 9 te paso a recoger a tu camarote-propuso.
Julia sonrió, se acercó a él, le besó en la mejilla y se alejó por el pasillo.
El capitán se quedó ahí parado, miró a través de la ventana de la enfermería y luego se fue.


8: 51
Estaba tumbada en su cama, con su bonito vestido azul, mirando al techo, pensando en él. Si hubieran quedado el día anterior, estaría preguntándose si iría o la dejaría plantada, pero después de aquel beso sabía que llegaría.
Había estado tan confundida, empeñada en querer a Ulises hasta que se dio cuenta de que eso solo fue un capricho, de que con él no se sentía protegida, de que a quien realmente necesitaba era a Ricardo. Había perdido tanto tiempo sin estar a su lado, nadie sabía lo que podía pasar el día siguiente. Por eso ahora todo le daba igual, solo quería ser feliz, con él, tenerlo a su lado, que la protegiera, que la hiciera sentirse especial…
Ahora estaba frente al espejo del armario. 
Pero eso suponía tener que tomar una decisión sobre el proyecto. Debía hacer algo, no podía estar así. Quizás debería contárselo al capitán. Suspiró. 
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el ruido de la puerta. Abrió la puerta y allí estaba él. Vestido con su elegante traje negro y una camisa blanca. Pero eso no es lo que realmente le gustaba, sin duda lo que la había enamorado era su profunda mirada, azul como el océano sobre el que navegaban, hacía que el pulso sele acelerase, que perdiese la noción del tiempo, que no pudiera evitar sonreír cada vez que sus miradas se encontraban.

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