martes, 28 de febrero de 2012

Rol, parte XCVIII (por Miriam)

Después de haber recopilado toda la información que creía menester, Ricardo al fin se había decidido a realizar el ultimo paso de su plan de rescate, hablar con la única persona que podría proporcionarle a ciencia cierta una pista sobre el paradero de su amada, lo que el capitán desconocía, es que lejos de las suposiciones iniciales de Julián, Julia no era tratada como una reina ni mucho menos, en los barrotes invisibles de su celda de cristal, estaba recibiendo el cobro que tenía desafiar al poder.

-Aunque confiar en usted sea lo último que deseo, la vida de la mujer que ambos amamos esta en sus manos, así que le ruego, que me ayude a devolverla de nuevo al lugar al que pertenece, este barco.-A pesar de las diversas situaciones en las que se habían visto envueltos, nunca jamás había visto al capitán en este estado, y quizás a pesar de su coraza y el odio que le profería no pudo evitar comenzar a comprender el porque Julia, lo había elegido precisamente a él.-

-Capitán Montero, esto es todo lo que necesita.-Exclamó el hombre sorprendido de sus propios actos al entregarle una hoja con los datos que necesitaba, y ambos sabían, que para los dos hombres que ocupaban esa sala, significaban lo mismo, la vida.-

-Gracias Gamboa.-

Pero quizás aquel acto no fuera suficiente, y es que a pesar que el amor lo puede todo, a veces la maldad puede destruir aquello que este ha creado. Y aunque Julia sabía que en el fondo el hombre que ocupaba su corazón la salvaría, no pudo evitar que la duda surgiese en ella, amenazándola con arrancarle el corazón, ante el nuevo impulso eléctrico que recibió. Su mente se hallaba en la tortura que estaba sufriendo, su corazón con su verdadero dueño, Ricardo Montero.

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