viernes, 10 de febrero de 2012

Rol, parte XCV (por Silvia)

Blanco, el techo era blanco con puntitos blancos mas pequeños en total sumaban 1254 por baldosa, por un momento el silencio sepulcral y la claridad del lugar le recordó a esa casita retirada de toda civilización en mitad de un valle en el norte de suiza qye había alquilado aquella vez... si, allí si que podía respirarse la tranquilidad, el sosiego no se oía nada ni a los pajarillos cantar porque del frío habían emigrado pero ahora..no hacía frío, ese blanco no era del techo de su habitación y no estaba de vacaciones huyendo de todo en especial del trabajo que se resumía en Phillipe...

Levemente se incorporó y se fijó detenidamente en las paredes acolchadas que la rodeaban, definitivamente era una habitación demasiado austera y excesivamente limpia y pura, si creyera en Dios pensaría que estaba en el reino de los cielos, de blanco con un vestido solo blanco se sentó sobre la modesta cama con la colcha color blanco y pensó, a fin y al cabo no era tan malo estar encerrada en esa carcel la mitad de los presos de toda la historia de la humanidad la envidiarían pero ella preferiría la mas malolienta y sanguinaria cárcel si a cambio no volvía a ver a nadie de ese dichoso Proyecto Alejandría.

24 horas antes....

Tres lanchas con cuatro hombres cada una, disparaban sin apuntar a ningún blanco, al Estrella Polar que se cubría como podía, los cristales rotos de los ojos de buey permitían la entrada de las balas que rompían contra el suelo a la vista de la mitad de la tripulación que permanecía escondida, solo unos cuantos valientes o muy cobardes respondían al ataque liderados por Gamboa. De repente salió al terreno de fuego una mujer con una bandera blanca haciendo oídos sordos a lo que el hombre de su lado le decía y soltándose la muñeca por la que la agarraba fuertemente salió a cubierta, significaba el fin de ese absurdo juego.

-¡ALTO EL FUEGO! ¡NOS RENDIMOS! Quiero negociar...

-NOOOOOOOOOOOO - se oyó desde detrás.

-Debo hacerlo, esto tiene que parar ¡YA!

-¡Teníamos un plan! Todos estabamos de acuerdo en que era arriesgado pero..

-¿Quién te crees que eres Ricardo? ¿El coronel de cuatro niñatos liderados por un teniente de pacotilla que acaba de cambiarse de bando y dudas acaso si es de fiar? ¡Esto no es un juego joder! No pienso permitir que muera nadie más, ¿sabes por qué seguimos vivos?, quitando el disparo en la pierna de Estela y el que le rozó el brazo derecho a Piti, ¿sabes por qué? ¡Por que les ha dado la puta gana! Han perdido dos hombres, cortesía de Ernesto, pero les da igual, si hubiesen querido amasacrarnos como a perros entonces ahora ya... somos los últimos habitantes del planeta, al menos decentes e inocentemente colocados por azar aqui... deja que siga siendo así, que quieren encontrar tierra antes ¡pues muy bien! no la necesitamos ¡si tenemos este barcoy estamos unidos, no la necesitamos! Pero no voy a dejar que esto siga ni un segundo más, tu hija está ha salvo, Salomé está a salvo, solo me quieren a mi y tienen sus motivos, si está es la justicia de este nuevo mundo la acepto. Ahora debo responder a ella, firme unas clausuras y me las he saltado todas porque me he enamorado, no soy una mas Ricardo, estoy con ellos, desde el principio aunque me arrepienta de ello el resto de mi vida.

-¿Entonces firmamos la paz? - se escucho detrás de una ametralladora a Victor.

-No hay anda que firmar, ya me tenéis a mi, la niña y Salomé no os sirven de nada, la tripulación del Estrella se compromete además a no interceder en vuestros planes.

-Ummm interesante... ¿pero por qué debería ahora...? Has sido mala, muy mala Julia y...

-No te preocupes, seré muy buena a partir de ahora.

-Lo sé, más te vale... está bien, acepto el intercambio no sois mas que una panda mequetrefes... Y tú - dirigiéndose a Gamboa - ¿de qué lado estás?

-De los ganadores - contestó sin dejar de apuntar con su calibre del 9.

-Eso quería escuchar, ¡bienvenido de nuevo! - dijo víctor sonriente.

-No, te equivocas, los ganadores son ellos porque aunque pierdan esta batalla seguirán unidos para haceros la guerra.

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