Se produjo un incómodo silencio entre ambos. Miles de cosas corrían por la mente de Ricardo en aquel momento. Podría decirle a Andrea: "Mira, estuve contigo para sacarte información, pero eso es mas dificil que hacer callar a la Esteban. Así que, lo nuestro termina aquí y me voy con Julia, que es a quien de verdad quiero!". Pero no podía. Andrea habló primero.
-¿Como estás?
-Bien-contestó él, duramente. ¿Que hacía, la dejaba o seguía con la farsa?
-¿Te pasa algo?
-¿Eh? ¡Ah! No, no.
-¿Estas seguro, Ricardo?
-No me pasa nada. Salvo...
-¿Salvo?
Hubo una pausa. Andrea miraba ansiosa a Ricardo. Él estava pensativo. Nunca había dejado a nadie. No sabía como decirselo. Al final, decidió hacer como había visto en las películas.
-Lo nuestro no funciona, Andrea. Eres una mujer espléndida y mereces alguien mejor que yo. Alguien que te haga feliz. Eso a mí no se me da muy bien. Lo mejor es que cada uno siga por su camino y olvidemos esto. Nuestros caminos se separan, lo siento.
-¿Me... me estás dejando?-preguntó con voz quebrada. No lo podía creer.
-No me lo pongas mas dificil.
-¿Es por Julia, verdad?-gritó furiosa.
-No, es simplemente que...
-Es por Julia. No me cabe ninguna duda. ¡Esa puta tenía que meterse por medio!
-No, ella no tiene nada que ver-contestó él con voz firme.
-¡Esta me la vas a pagar! ¡Tú y ella, me las pagareis! ¡Me vengaré, no te quepa ninguna duda!
Andrea salió dando un portazo. Ricardo estaba atónito. Nunca la había visto tan furiosa. Y se alegró de habersela quitado de encima. Pero había dicho que se vengaría... ¡Tenía que avisar a Julia! Intentó incorporarse. Le dolía. Sin embargo, Julia podía estar en peligro. Al final, no sin mucho esfuerzo, logró levantarse. Y aunque debería no hacer esfuerzos, empezó a correr por el barco, en busca de Julia. No la encontraba. Salomé le llamó la atención.
-¡Ricardo, ven!
-¿Que quieres? Tengo prisa...-resopló él.
-Se trata de Piti.
-¿Piti?-se extrañó él.
-Sí. Se ve que alguien lo ha encerrado con llave en su camarote y nadie puede sacarlo. Creo que Julián a ido a buscar un hacha, pero...
-Pues entonces, solucionado-interrumpió Ricardo-. ¿Has visto a Julia?
-Estoy aquí-contestó ella, sonriente, entrando en ese momento.
Ricardo quedó pasmado al verla. Llevaba una camiseta que nunca antes le había visto puesta, y le quedaba realmente bien... Sacudió la cabeza y se acercó a ella.
-¿Que haces levantado?-lo riñó-. Debrías estar haciendo reposo.
-Tenía que avisarte.
-¿De que?
En ese momento, el barco se tambaleó. Oyeron a Julian gritar algo: heches o leñes, les pareció entender. Entró y hizo un gesto a Ricardo para que le siguiera.
-Bueno, luego hablamos. Me voy a duchar-dijo Julia. Y se fué.
Ricardo y Julián entraron en puente de mando. Ricardo quedó boquiabierto.
-No... no puede ser.
Ante ellos, ante el barco, había algo que hizo que Ricardo se estremeciera. Julián lo miró apurado y le dijo que que hacían. Porque delante de ellos, había el remolino más grande que jamás habían visto.
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